Como padres y padrastros, a menudo somos la primera influencia masculina en la vida de nuestros hijos, estableciendo normas sobre cómo esperan ser tratados por los chicos y otros hombres de nuestra sociedad. Sin embargo, muchos de nosotros nos sentimos confusos sobre cómo criar a nuestros hijos y nos contentamos con pasar a un segundo plano en el día a día. Puede que pensemos que las madres somos mejores conectando y comunicando. Y cuando nuestros hijos tienen problemas de salud mental, a menudo no sabemos cómo apoyarlos.
A pesar de nuestras dudas, los niños están hambrientos de conexión con sus padres y padrastros. Cuando actuamos para alimentar ese hambre, nuestros hijos pueden beneficiarse de formas maravillosas, y a lo largo de toda su vida. Los padres y padrastros desempeñan un papel fundamental en el desarrollo social y emocional de sus hijos. No hay excusa para que permanezcamos distantes en sus vidas. Esta implicación es clave cuando los niños tienen dificultades y puede incluso salvarles la vida. Las familias pueden ser una fuente de gran sanación cuando un niño sufre un trastorno alimentario, del estado de ánimo o de ansiedad. Las familias también son clave para reafirmar a nuestros hijos que pueden identificarse de formas que han sido marginadas o consideradas atípicas por las normas sociales, por ejemplo, ser género-expansivo o tener un neurotipo como el autismo o el TDAH.
Aquí tienes 11 consejos para aprovechar el poder y el potencial de tu relación como padre o padrastro:
Escuche y anime a su hijo a amar lo que es.
Céntrese en lo que su hijo piensa, cree, siente, sueña y hace, más que en su aspecto. Tómelos en serio y véalos como personas íntegras, capaces de todo, y les infundirá confianza y fomentará el uso de sus talentos y su influencia en el mundo.
Sé cariñoso, al tiempo que enseñas sobre el consentimiento.
El contacto físico saludable nutre y fundamenta a los niños, demostrándoles que merecen consuelo, alegría y cercanía. Al mismo tiempo, también es importante enseñar a nuestros hijos que ellos tienen la última palabra sobre el contacto físico y el afecto, y que el consentimiento desempeña un papel importante en la autonomía corporal.
Realice movimientos y actividades alegres con sus hijos.
Disfrute jugando a pillar la pelota, rete a sus hijos a jugar al pilla-pilla o al escondite. Salten juntos a la comba, tiren a canasta, jueguen al hockey, den patadas a un balón de fútbol o simplemente den paseos. Esto ayuda a los niños a aprender las grandes y poderosas cosas que sus cuerpos pueden hacer y les ayuda a resistirse a la granizada de mensajes del mundo de "cómo te ves es más importante que quién eres". El movimiento también puede ayudar a disminuir los síntomas de ansiedad y depresión. Eso sí que influye en el bienestar físico y emocional.
Participar en la escuela y en las actividades preferidas
Ofrézcase como voluntario, haga de acompañante, asista a las reuniones de la Asociación de Padres y Madres y siga participando. Asegúrese de que la escuela de sus hijos o hijastros aborda de forma proactiva el acoso sexual y la intimidación. Conduzca el coche compartido, sea entrenador, dirija una obra de teatro, dé clase... y exija igualdad de oportunidades para todos los géneros. Expresar interés y pedir participar en las actividades preferidas de su hijo es una forma estupenda y afirmativa de conectar con un niño autista que puede tener gustos y aversiones intensos, y abre las puertas a la comunicación y a la creación de confianza. Comparte también tu trabajo y tus intereses. Es una forma estupenda de estrechar lazos y demostrar que te apasiona el trabajo y la vida.
Ayuda a que el mundo sea seguro y justo para todos los géneros.
Trabaja con otros para combatir la violencia contra las mujeres, la homofobia y la transfobia, la hipersexualización de las niñas, los estereotipos ultramasculinos de los niños, la pornografía y todas las desigualdades de género.
Aprende de los demás.
Los padres son enciclopedias andantes de experiencia, conocimientos y ánimos, al igual que los profesores, terapeutas, entrenadores y un sinfín de adultos que interactúan habitualmente con niños y familias. Participe en las visitas al médico y en las reuniones con los profesores. Si su hijo está en terapia o tratamiento, procure asistir a las sesiones familiares y a los grupos de apoyo a cuidadores en lugar de dejar que su cónyuge le informe. Usted es un experto en su hijo, incluso en situaciones en las que se siente perdido. Comparta lo que sabe y escuche la sabiduría de los demás.
Esté dispuesto a admitir que se equivoca cuando ha tenido dificultades o ha fracasado.
Tenemos que enseñar a nuestros hijos lo que significa "no ser perfecto" y que no pasa nada por ser imperfecto. Esto incluye reconocer cuando, en un intento de apoyo, nos equivocamos. Decir algo como: "Esperaba decir algo que pudiera ayudarte en este momento y veo que no ha servido de nada. Lo siento mucho. ¿Puedes ayudarme a entender mejor lo que necesitas de mí en este momento?".
Esté dispuesto a reconocer sus propios miedos y ansiedades con su hijo que pueda estar luchando con un problema de salud mental.
A menudo, sólo queremos que cese el sufrimiento de nuestro hijo porque su angustia hace que los cuidadores se sientan inadecuados, asustados o frustrados. A veces, los papás responden a estas emociones más incómodas con irritación, displicencia o frases como: "Todo irá bien", "No te preocupes" o "No seas tan sensible". Nuestro hijo puede experimentar estas reacciones como invalidantes y pueden crear más distancia en un momento en el que estáis intentando acercaros. Puede ser más útil decir algo como: "Siento mucho que lo estés pasando tan mal ahora mismo. La verdad es que me resulta muy duro verte así y no sé exactamente cómo hacer que esto mejore para ti. Que sepas que me importas y que estoy dispuesto a escucharte".
Sé un ejemplo de adultez.
Una de nuestras principales tareas como padres es ayudar a nuestros hijos a crecer y convertirse en seres humanos independientes y productivos. Si vuelves a casa del trabajo agotado, desconectado, apagado, ansioso o estresado, puedes enseñar a tus hijos que ser adulto es difícil y abrumador. Ser un modelo de adulto positivo para ellos significa cuidarse de forma adecuada. Queremos que nuestros hijos estén entusiasmados por alcanzar sus hitos de desarrollo y buscar más independencia, no que tengan miedo de ello. Tus hijos se benefician de tu trabajo y necesitan verte disfrutar de tu vida, tus relaciones y tus pasiones.
Si tu hijo intenta excluirte de su tratamiento, resístete (por su propio bien y por el tuyo).
El tratamiento es duro, y funciona. Es probable que usted (y su hijo) experimenten graves molestias durante el tratamiento. Eso forma parte del viaje, y no podemos darle la espalda. ¿Qué le envía a su hijo un mensaje claro y contundente de que usted le acompañará incluso en los momentos más difíciles del tratamiento? ¿Y que usted está plenamente comprometido con su recuperación? Acudir constantemente. Escuchar. Hablando claro. Mantener tu compromiso incluso cuando es difícil.
Sea curioso, no furioso.
Podemos sentirnos dolidos, irrespetados o enfadados cuando, por ejemplo, nuestro hijo nos da la callada por respuesta. Si no quiere "dejarte entrar" en su vida en este momento, puede que sintamos el impulso de castigar, juzgar o arremeter. Pero eso es contraproducente. En lugar de eso, practique la curiosidad. Invite a su hijo (y a los demás) a "contarme más". Pregúntese y pregúntele a su hijo: "¿Estoy haciendo o diciendo algo que parece que no me interesas tú o tus problemas?". Ser curiosos (no furiosos) nos ayuda a considerar la posibilidad de que nuestros comportamientos no estén reflejando nuestros valores o intenciones. O que nuestro hijo malinterprete algo de nuestros comportamientos, y esa curiosidad mutua puede generar conversaciones más profundas y profundas con nuestro hijo. En resumen: somos importantes.
Que encuentres alegría, desafío y propósito en tu propio vínculo padre-hijo cada día.